Si has roto el contacto cero después de una relación tóxica
Si has roto el contacto cero no te culpes, no te preocupes. Respira. Date auto amor. Todo forma parte de un proceso. Sanar implica que estamos desprogramando años de heridas y patrones inconscientes, que nos acompañan desde hace mucho, muchísimo tiempo. Heridas que nos han ido calando, paulatinamente, desde nuestra gestación, desde nuestra niñez y del inconsciente colectivo.
La labor que nos concierne, en este momento histórico, (y en el que cada vez hay más consciencia), es ir poniendo la mirada y el trabajo en curar generaciones de abusos, de falta de información y de gestión emocional que lleva siglos acompañándonos y que impregna cada rincón de nuestras vidas. Por ello, no es fácil, no es rápido, no te maltrates con tus propios pensamientos y deja la culpa a un lado.
Si has roto el contacto cero, recuerda que tienes el poder de elegir a cada instante de nuevo. Lo que está hecho
se puede deshacer, o rehacer; y lo que no está creado todavía, se puede crear.
No tienes que pasar ningún examen para entrar en el reino de los cielos, nadie te va a penalizar. Nadie te va a castigar por haber roto el contacto cero. Si le has vuelto a escribir, o si has caído de nuevo en la tentación de querer saber algo de él, o de ella; o le has respondido a un mensaje que te ha llegado, tranquila,no has cometido ningún pecado. Tu destino, tu proceso y tu camino es tuyo; y de nadie más.
Ahora tienes una nueva situación y oportunidad para revisarte. Observa tu cuerpo al volver a estar en contacto con esa persona, ¿qué te está indicando?, ¿sientes un nudo?, ¿una contracción o malestar? Deja que el cuerpo sea tu guía para tomar decisiones.
Si no percibes bienestar en tu cuerpo, es que te has desviado del camino de la autoestima. Ahora tienes la ocasión de volver a decidir y cerrar la puerta a esa persona. A cada segundo, la vida nos ofrece una nueva oportunidad para elegir el camino que deseemos.
No permitas que los juicios, o los comentarios de otras personas diciéndote algo así como: "¿Otra vez has caído?", o que las palabras de tu propio juez interior te hagan sentir mal. No has fallado, no te has equivocado y no eres errónea, o erróneo, no te quedes ahí. Porque culparte es volver de lleno a la herida del trauma infantil, cuando tus padres o cuidadores te desaprobaban y desvalorizaban tus emociones, decisiones y actos. Reprocharte a ti misma es también una forma de retroalimentar la semilla de culpa que esa relación tóxica, (en la que estabas inmersa), ha dejado en ti así que ámate, por encima de todo. Sé compasiva, comprensiva y amorosa contigo misma.
La culpa esconde vergüenza y, ambas, son en realidad abstracciones y de contenido ilusorio. Nada de eso existe más que en tu mente y en tu inconsciente por lo que, con una firme decisión, y una mirada muy amorosa hacia ti misma, puedes transformar todo en este preciso instante y con una activación cuántica:
Decreto, aquí y ahora, borrar todo pensamiento, creencia y emoción que tenga un impacto negativo sobre mi ser y que no me permita vivir y desplegar la mejor versión de mí misma.
Reconecta también con tu niña interior. Dile que estás aquí y ahora con ella, de la mano, y que jamás la vas a abandonar. Visualízala, abrázala, dile que la amas. Haz ejercicios somáticos para reestablecer el contacto contigo misma y que tu cuerpo sienta seguridad y el sistema nervioso se calme y se regule. Cuanto más habites tu piel, más segura te sentirás y menos dejarás entrar todo aquello que no vibre en un amor sano y seguro. Adopta una postura cómoda para mantenerte un buen rato ahí y coloca una mano en tu frente y otra en tu pecho o corazón. Quédate así unos minutos, sintiendo el contacto y la presión en tu piel. Respíralo, ponle atención y consciencia. Este es un ejercicio idóneo para volver a ti.
Otro ejercicio idóneo para esta situación es escribir un listado de valores y cualidades que deseas en una relación. Deja volar libremente tu imaginación, haz una lluvia de ideas anotando palabras como: compromiso, ternura, devoción, seguridad, pasión, honestidad, transparencia, apoyo, tranquilidad, confianza, amistad, sabiduría, lealtad, reciprocidad… anota todo lo que te venga a la mente y que consideres que una relación sana y feliz debe tener. No escatimes ni te reprimas nada. Conecta con tu verdad interior. Déjate fluir, siente y, sobre todo, vuelve al amor, que eres tú.