Para sanar la parte de ti, que hace que repitas patrones y que
te sumerjas en relaciones que no son sanas, lo primero, es poner consciencia. Esto implica ver, reconocer, identificar
y aceptar que estás repitiendo un patrón, algo que no siempre se detecta
tan fácilmente ya que, un patrón no se manifiesta como tal, sino a través
de distintas personas y en diferentes contextos.
Imaginemos que el patrón es "enamorarse de hombres emocionalmente no disponibles", (o no disponibles al cien por cien), pues bien, esta "no disponibilidad" por parte de ellos se puede plasmar, o personificar, de diferentes maneras, bien en un hombre casado; o en un hombre con apego evitativo y con miedo al compromiso; o en una persona que vive a miles de quilómetros; o en alguien que duda constantemente y va y viene de la relación… Para ello, has de observar qué tienen en común tus relaciones y que no fuera óptimo, sano o beneficioso para ti.
Otro ejemplo, imaginemos que te has enamorado varias veces de hombres o mujeres que te han sido infieles, o que han abusado de ti física o emocionalmente.
O siempre has estado con personas muy frías, distantes, ambivalentes o que no están del todo disponibles emocionalmente.
O, imaginemos, que siempre te enamoras muy intensamente pero se te pasa rápido. Te cansas, no logras mantener el sentimiento por mucho tiempo.
Sea como sea, cuando hay una repetición, no es casual, ni es una cuestión de mala suerte. El universo se rige por unas leyes, (nosotros somos también el Universo), y una de estas leyes es la de "causalidad" (causa-efecto).
Si se repite un patrón que no nos permite tener relaciones sanas, es imprescindible comenzar a abrirse a la posibilidad de que lo que está sucediendo tiene una finalidad, y una información encriptada que anhela ser desvelada.
Si repites, hay un patrón. Te has
quedado en el vórtice de una onda de energía determinada que no se ha
completado. Por eso se repite y se repite, hasta que sea llevado a la consciencia y sanado.
Lo saludable es lo flexible y cambiante; lo que no es sano se mantiene rígido e inflexible. Este es el gran desafío que, como seres humanos, hemos venido a aprender, mejorar y trascender.
En segundo lugar, es absolutamente vital mirar hacia atrás y sanar las heridas de la infancia. Todo lo que nos sucede en la niñez, tanto lo que "aparentemente" es de menor importancia, como las vivencias más graves, tiene un impacto en nuestro ser y deja una profunda impronta a nivel corporal o somático, cognitivo, emocional y energético.
Si una niña, o un niño, vivió negligencia emocional durante la infancia, se convertirá en un adulto que solo se vinculará en relaciones con mucha falta de intimidad profunda. ¿Por qué? porque esto es lo conocido para él y ahí se activa la química del trauma. Lo conocido, o similar, atrae a lo similar.
En tercer lugar, es fundamental trabajar la autoestima, un aspecto muy amplio y que abarca muchas facetas, por ejemplo, el autoconcepto, (que puede estar distorsionado debido a heridas de la infancia o creencias limitantes). También está dentro del espectro de la autoestima el sentimiento de valía o merecimiento y la abundancia. Si en nuestro inconsciente llevamos ancladas creencias como, por ejemplo, "No sirvo", "No merezco algo mejor", "Quién me va a querer a mí", "No valgo nada", "Soy fea", "Todo me sale mal", "No lo voy a conseguir", etc., esta información, va a continuar actuando como un programa inconsciente insertado en nuestro software o recableado intersináptico y, en acorde con esta frecuencia, se manifestará en el exterior como la profecía autocumplida.
Desprogramar los patrones es algo muy profundo y requiere de una exhaustiva exploración interior.
Para tener relaciones sanas, empezando por la que tienes contigo misma, o contigo mismo, los puntos más importantes a trabajar son:
Si deseas profundizar más en este viaje de auto indagación consulta mis sesiones individuales de terapia 1:1.